El filósofo francés, de visita en el país, afirma que la lengua humana es la creación siempre singular de una persona que habla en su nombre con libertad, lo opuesto a lo que produce el ChatGPT
20 de abril de 2024
Entrevista y nota por Daniel Gigena, LA NACION
Buenos Aires.
El pensador
francés Éric Sadin visitó nuevamente la Argentina, esta vez para brindar dos
conferencias (una en el patio de la sede del Rectorado de la Universidad
Nacional de Tres de Febrero, otra en el auditorio del Malba) y para presentar
su nuevo libro, “La vida espectral. Pensar la era del metaverso y las
inteligencias artificiales generativas” (Ed. Caja Negra), escrito antes y
después de los anuncios de OpenAI sobre los avances en materia de inteligencia
artificial.
Para Sadin,
el futuro que espera a la humanidad es poco menos que catastrófico si no se
ponen límites a las mentes (humanas) de Silicon Valley y a lo que llama la
“tecnologización de la vida cotidiana”.
“Estoy
feliz con la recepción que reciben tanto mis obras como mis posiciones en la
Argentina y en el mundo hispanoparlante, algo que empezó hace siete años, con
la aparición de La realidad aumentada”, dice. En Francia, sus libros venden
decenas de miles de ejemplares; Sadin colabora en los medios franceses más
importantes, como Le Monde y Le Figaro.
"Ahora
hay un sistema al que le encargamos que realice tareas que hasta hace poco
movilizaban nuestras facultades intelectuales y creativas"
Como pasa
con las obras de otros pensadores contemporáneos, la de Sadin prosigue una
argumentación de un libro a otro; este no es la excepción y en varios capítulos
continúa el debate iniciado en libros anteriores, como La era del individuo
tirano, donde se enfocaba en el “usuario” formateado por el “tecnoliberalismo”.
Su nuevo
ensayo, entonces, aborda el impacto que tiene en la sociedad la “adicción a las
pantallas”, puesta en tensión con el legado cultural, artístico y político del
pasado.
“Este fue
un libro complicado para mí por la fuerza misma de las cosas –dice Sadin–. Como
trabajo sobre dimensiones contemporáneas que están continuamente en movimiento,
este es un texto que se movió mucho en el transcurso de la escritura. El
desafío inicial era analizar las consecuencias de lo que llamo la pixelización
integral de nuestras vidas, el hecho de que cada vez más actividades de la vida
humana se pierden en pantallas y sistemas digitales, dimensión que quisieron
intensificar Mark Zuckerberg y Silicon Valley a partir del otoño de 2021, a
finales del gran confinamiento, donde el desafío era que el mundo pudiera venir
hacia nosotros y nosotros realizar una cantidad creciente de actividades a
distancia a través de pantallas y asistidos por sistemas digitales cada vez más
conscientes”.
El proyecto
inicial era analizar el alcance de este proceso, que cristalizó en la aparición
de la industria del metaverso, cuenta el filósofo, autor también de “La
silicolonización del mundo” (Ed. Caja Negra, 2018).
Sin
embargo, en medio de la escritura del libro, irrumpió un acontecimiento
insoslayable: la puesta en línea del ChatGPT, el 30 de noviembre de 2022. “Eso
me produjo una suerte de vértigo –dice Sadin–. Ahí entendí que se trataba de
una fecha histórica, única en la historia de la humanidad. Fue la primera vez
en un libro que me pasa esto de trabajar en dos dimensiones sin haberlo
previsto. Eso hace que este sea un libro que da un testimonio sobre el curso
del estado de las cosas, tiene una dimensión prospectiva, pero sigue siendo
bastante híbrido. Por eso tengo la idea de escribir otro de 150 páginas sobre
el fenómeno preponderante, este terremoto que presenta la irrupción de la IA
generativa, las consecuencias y cómo deberíamos actuar como sociedad”.
–¿Y cómo deberíamos actuar?
–Hablemos primero de lo que tenemos enfrente.
Desde hace unos quince años están en funcionamiento unos sistemas de IA. La IA
era, hasta 2022, un sistema de diagnóstico y recomendación, un sistema de
evaluación de una cantidad de aspectos de la vida humana, por ejemplo, tomar
tal camino o no, comprar tal producto en tal lugar o no. Es lo que llamo la
organización cognitiva y organizacional de la IA. Esta dimensión sigue en
funcionamiento más que nunca, con una cantidad de consecuencias jurídicas y
políticas que a mi juicio no están siendo pensadas y que analicé en 2018 en La
inteligencia artificial o el desafío del siglo. Pero desde noviembre de 2022,
si bien este sistema sigue en pie, vivimos lo que llamo el giro intelectual y
creativo de la IA.
–¿Qué implica ese giro?
–Significa que ahora hay un sistema al que le
encargamos que realice tareas que hasta este momento movilizaban nuestras
facultades intelectuales y creativas. En diciembre de 2022 se puso en línea
ChatGPT y una multitud de gente dijo que era increíble un sistema que, con una
mera instrucción, un prompt, pudiera producir texto en un seudolenguaje. Estas
mismas personas dijeron que todavía hacían falta nuevos desarrollos para que el
ChatGPT se acercara a un lenguaje humano. Lo que tendríamos que haber hecho
entonces es ver cómo funcionaba eso, quizá para un filósofo de la técnica ese
era su deber, ya que los ingenieros no nos explican cómo funciona, nos dicen
que va a ser genial y que vamos a vivir en un mundo maravilloso. El sistema de
IA generativa deglutió todos los corpus existentes desde la noche de los
tiempos hasta 2021, con miras a someterlos a análisis estadísticos,
matemáticos, esquemas lógicos y ecuaciones probabilísticas. Por ejemplo, cuando
escribimos en WhatsApp, el predictivo completa la frase. En una dimensión
probabilística el sistema funciona a través de correlaciones y aparecen
entonces las probabilidades más altas en función de estadísticas y ejemplos
lógicos. Pero esto es lo opuesto a la manera en que mantenemos nuestra relación
con el lenguaje hasta ahora.
"Vamos hacia un entorno en donde no sabremos
cuál es la verdad, y eso es muy grave; una sociedad no solo comparte
principios, sino también las referencias en común"
–¿En qué se contrapone con nuestro uso del
lenguaje?
–La relación con la lengua es el lugar del
encuentro, el maravilloso choque entre el legado común y cada singularidad con
su capacidad subjetiva. Lo que llamamos cultura está hecho de una infinidad de
textos, esquemas de construcción, gramática y ortografía que aprendemos en la
infancia y que, en la adultez, nos permite forjar textos en primera persona, de
manera única. Lo que voy a decir ahora mismo, la palabra que vamos a decir en
el momento siguiente no la podemos predecir, no la sabemos. Y no lo sabemos porque
no mantenemos una relación probabilística con el lenguaje sino indeterminada. Y
ese es el lugar de la libertad humana, el lugar de la creatividad; el lenguaje
es la creación continua y siempre singular de una persona que habla en nombre
propio con libertad. Es lo opuesto al lenguaje necrosado de la IA, que huele a
muerte porque está fundado en esquemas lógicos de correlaciones: si hay A, hay
B y habrá C. Nosotros utilizamos el lenguaje dentro de una dimensión
asociativa. Ahora este lenguaje necrosado, industrializado, estandarizado,
esquematizado está llamado a convertirse en algo mayoritario en el espacio
simbólico. Cuando las personas empezaron a utilizar ChatGPT no vieron las
consecuencias civilizatorias que tiene.
–¿Solamente se valoró su función práctica y
utilitaria?
–Sí, y eso es terrible. Porque el utilitarismo se
convirtió tanto en una norma en nuestra sociedad que llegó a infiltrar nuestros
cerebros y solo pensamos en términos utilitaristas. Ahora bien, la cuestión en
particular que nos van a plantear pronto nuestros hijos es: “¿Por qué debo ir a
la escuela si hay sistemas que a través de una mera instrucción producen texto?
¿Para qué voy a estudiar en la escuela, perdiendo tiempo con la gramática y la
ortografía?”.
–¿Qué deberían responder los adultos ante un
planteo como ese?
–La educación es el aprendizaje de la alteridad.
La educación en casa es verse solo a sí mismo y eso contribuye al estatuto del
individuo tirano. Lo que propongo hacer es tratar de captar las consecuencias
sociales, políticas y civilizatorias del ChatGPT. Quizás el utilitarismo nos
impide hacer el esfuerzo de captar todo esto. Quizás a los niños haya que
hacerles entender que el lenguaje es el lugar de la libertad humana, la
pluralidad, la capacidad para construirse como individuo singular, un ser capaz
de tener posiciones propias en una sociedad libre y plural; que el aprendizaje
de los grandes textos y de la cultura son una ocasión de alegría intensa para
la existencia. Podríamos responderles también que el seudolenguaje de la IA va
a reforzar un capitalismo algortítimico que solo brega por el lucro. Podríamos
decir además que son sistemas que van a generar consecuencias de consumo
energético más grandes, en momentos en que se dice que hay que modificarlos.
–¿Qué impacto tendrá en el mundo de las
representaciones?
–Lo que está sucediendo hoy con las IA
generativas es que con una simple instrucción, el menor esfuerzo, sentadito en
un sillón, puedo pedir que prepare el discurso de esta noche mientras yo duermo
la siesta. Es lo que llamo el “régimen del promptismo generalizado”. No pasa
solamente con el seudolenguaje, sino también con las imágenes. Con una
instrucción se pueden generar imágenes falsas, como la del papa Francisco con
campera o el falso audio de Joe Biden.
"Frecuentar de manera compulsiva las
pantallas genera conexiones neuronales empobrecidas y nos priva de la expresión
de nuestra singularidad"
–Se trata de una cuestión ontológica.
–Más que eso, un audio falso de Biden pidiendo a
sus electores no votar en New Hampshire para reservarse y votar en Florida o el
video seudopornográfico de Taylor Swift producen consecuencias concretas. A
través de una instrucción puedo pedir a la IA que cree un video falso de un
vecino con el que tengo una diferencia, pegándole a una mujer, y después lo
subo a internet. Vamos camino a eso porque son tecnologías que están en manos
de todos; vamos hacia un entorno en donde no sabremos cuál es la verdad y eso
supone una extrema gravedad, porque una sociedad no es solo los principios en
común, sino también las referencias en común. La sociedad ya está lo
suficientemente enloquecida con las fake news, con la posverdad, con la
expresión del rencor, con el complotismo.
–¿Cómo actuar ante esta situación?
–La sociedad está cruzada por una
psiquiatrización, pero ¿qué hace el legislador en lugar de prohibir la IA
generativa en diciembre de 2022? Dice que, puesto que estos sistemas saquean
los fondos de imágenes y textos, hay que analizarlos a través del mismo sistema
en lugar de ver las consecuencias. Los legisladores están fuera del contacto
con la realidad y no entienden nada, o están bajo el yugo del supuesto
crecimiento económico y solo piensan en las consecuencias económicas, no en las
civilizatorias. Ya no estamos en la posverdad sino en la indistinción
generalizada, ya no vamos a saber más nada. En dos años este régimen corre el
riesgo de volverse mayoritario.
–¿Cuáles podrían ser las consecuencias en el
mundo del trabajo?
–Un año después de la puesta en línea del
ChatGPT, Sam Altman dijo que habíamos tenido un buen año y todos se rieron, el
auditorio se rio, todo el mundo se rio, pero también dijo que eso no era nada
en comparación con lo que se venía. “Vamos a darles a todos los individuos del
planeta superpoderes con los superasistentes”, dijo. O sea, sistemas de IA
generativa que van a responder de manera personalizada. Te vas a mudar y
necesitás un arquitecto que te asesore; por ahora, es un arquitecto, pero
pronto un superasistente va a incorporar todos tus deseos y datos. Un profesor
en casa les ofrece a los niños programas de estudio personalizados; un médico
clínico será cada vez menos necesario si se puede tener una entrevista con una
IA que analizará mi cara y me dará consejos de salud. En el mundo más de dos
tercios de los empleos pertenecen al sector terciario, de servicios. Habíamos
hablado del giro intelectual y creativo, que es lo que caracteriza a las
profesiones que tienen que ver con los servicios, porque movilizan nuestras
facultades intelectuales. Ahora hay sistemas que pueden desempeñar de manera
infinitamente más rápida y fiable, y a menor costo, esas tareas. No hay que ser
adivino para ver lo que se viene. Diseñadores, periodistas, abogados,
profesores, en suma, todas las profesiones que en su mayoría requieren largos y
costosos estudios y además son oficios que procuran placer y fenómenos de
reconocimiento, dentro de pocos años van a sufrir un huracán, todas esas
profesiones van a ser trituradas y destruidas. Por eso los gurúes de Silicon
Valley ya hablan de un “salario mínimo universal”. En mayo de 2023, los
guionistas de Hollywood reaccionaron, fueron muy valientes y sin esperar a los
legisladores o la regulación se movilizaron, hicieron huelga y dijeron “esto no
lo queremos”. Eso necesitamos hoy: tiene que haber una movilización al interior
de las corporaciones.
–Augura un futuro inmediato turbulento.
–Nos corresponde a nosotros más que nunca
promover una sociedad crítica que nos permita estar más al corriente de la
realidad de estas cosas y no a merced de discursos que vienen de supuestos
expertos que nos cuentan pavadas. Los guionistas de Hollywood relataron lo que
estaba pasando y dieron testimonio de lo que iba a pasar y cómo este huracán se
los iba a llevar puestos. Tuvieron la determinación, la valentía, la
conciencia, se comprometieron en una acción política, una acción social. Es muy
probable que la sociedad entre en ebullición de acá a seis meses o un año.
Desde el sector terciario tenemos que movilizarnos por eso.
–¿Hay una relación entre el auge de estas
tecnologías y el de las nuevas derechas?
–Sí. Esas derechas, esos populismos, son
indisociables de la acumulación de desilusión, del sentimiento de imposibilidad
e inutilidad de cada uno. Muchas promesas fueron defraudadas y, en un momento
histórico, se colocó en manos de los individuos herramientas para la expresión.
Eso liberó rencores, resentimiento, teorías alocadas, y ahora llegamos a un
mundo donde solo se ve lo real a partir de los propios rencores.
–¿Qué les diría a los jóvenes que utilizan estas
herramientas?
–Muchas cosas. Que es envidiable una vida
cotidiana con compañías que nos estimulan y buscan estimular nuestros
comportamientos, en lugar de actuar en forma pasiva con herramientas que muchas
veces nos llevan a compararnos con los demás, a estar en un juego de
competición social sumamente triste. No son solo los jóvenes, es todo el mundo.
Ahora sabemos que frecuentar de manera compulsiva las pantallas genera conexiones
neuronales empobrecidas, sistemas que nos privan de la expresión de la
singularidad, la tranquilidad y de impulsos a los que no dejamos de responder.
Sabemos hoy, mediante estudios, que la lectura de libros estimula zonas del
cerebro, aportando alegría, reflexión, aprendizaje, singularización. Hay que
ofrecer medios para hacer valer nuestra libertad y subjetividad, y esto es
indisociable de otras temporalidades que no son las de las pantallas, y del
aprendizaje de la alteridad. Hay libros que cambian una vida; ver un video en
TikTok no cambia la vida.
■ Éric Sadin nació
en 1973, en París. Escritor y filósofo, es uno de los pensadores más críticos
sobre los efectos de las tecnologías digitales. Brinda conferencias en
distintos países y colabora regularmente con diarios como Le Monde, Le Figaro,
Libération, El País, Die Zeit y Corriere della Sera.
■ Es autor de varios
ensayos, muchos de ellos best sellers en Francia, España y la Argentina, como La humanidad aumentada, La siliconización
del mundo y La era del individuo tirano, publicados en el país por Caja
Negra. Herder lanzó Hacer disidencia. Una
política de nosotros mismos.
■ Si bien no da
clases en universidades, es invitado por casas de estudios superiores en todo
el mundo. También es autor de libros de poesía.
■ Caja Negra acaba
de lanzar en el país su libro más reciente, La
vida espectral.
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