miércoles, 16 de marzo de 2011

Ciencia y fe

El nuevo director del Observatorio Vaticano es un sacerdote jesuita argentino.

Por Elisabetta Piqué
Corresponsal en Italia
Publicado en La Nación, 27 de agosto de 2006

CASTELGANDOLFO, Italia.
"Si San Francisco de Asís decía hermano lobo, ¿por qué no podemos decir hermano ET?" Con su tonada y humor cordobeses intactos, el padre José Gabriel Funes, un jesuita que hace una semana se convirtió en el "astrónomo del Papa", está convencido de que la hipótesis de que exista vida en otros planetas, y de que esta vida sea inteligente, no tendría que provocar ningún problema para la teología, ni para el cristianismo.

De 43 años, licenciado en Astronomía por la Universidad de Córdoba, ordenado sacerdote en 1995, a los 32 años, y con un doctorado de la Universidad de Padua, el padre Funes es el primer latinoamericano que llega a dirigir el Observatorio Vaticano, institución de la que ya era miembro. Fue designado por Benedicto XVI el 19 de agosto último, en sustitución del estadounidense y también jesuita George Coyne.

Llamado también "Specola" (en latín), el Observatorio Vaticano tiene dos sedes. Una histórica en Castelgandolfo, encantador pueblito enclavado en la cima de una de las colinas romanas, a 25 kilómetros de la capital, en el mismo palacio donde reside el Papa durante el verano. Y otra en Tucson, Arizona, uno de los mejores sitios del mundo para la astronomía "porque es un lugar alto, tiene un clima seco, muchas noches claras y el cielo oscuro", explica Funes, un hombre que se destaca por su afabilidad y su forma de hablar simple, hincha de River, que al menos una vez al año viaja a la Argentina para visitar a sus padres, a su hermano y a sus sobrinitos.


El organismo creado en 1891 y es un puente entre la Iglesia y la ciencia.
Fundado para mostrar que la Iglesia no se oponía a la ciencia, sino que la impulsaba y promovía, el Observatorio Vaticano, en el cual trabajan un total de 13 jesuitas entre Castelgandolfo y Tucson, es un lugar fascinante.

En la sede histórica de Castelgandolfo, que LA NACION recorrió junto al padre Funes, hay cuatro telescopios con sus respectivas cúpulas, que ya casi no se utilizan porque son muy antiguos y porque debido a la cercanía de Roma ya no pueden verse tantas estrellas, a raíz de las luces de la ciudad.

Además, hay una bellísima terraza con vista espectacular sobre el lago Albano, oficinas con mapas y fotos del cosmos en el quinto piso, una biblioteca en el cuarto y un museo en el segundo, donde pueden verse colecciones de meteoritos, así como una piedra de la Luna que el presidente Nixon le mandó a Pablo VI en 1973.

Pese a que el Observatorio está en el mismo palacio en el que vive el Papa en época de verano, el padre Funes nunca se cruzó todavía con Benedicto XVI, cuyo departamento queda en el tercer piso. "Estuve muy poco aquí. Siempre pasé la mayor parte del tiempo en Tucson. Pero muchos colegas ya me dijeron que de vez en cuando se oye al Papa tocar el piano", dijo.

Reveló que en la Compañía de Jesús hay una larga tradición de jesuitas astrónomos: "Un dato poco conocido es que en las reducciones de San Cosme y Damián, en el nordeste de la Argentina, el padre santafecino Buenaventura Suárez, hacia el año 1700, tenía un observatorio astronómico".

-¿Cuál es la misión actual del Observatorio?

-Nuestra misión actual es la de ser puente. Así como un sacerdote es puente entre Dios y la gente, nuestra misión es ser puente entre la Iglesia y el mundo de la ciencia. Participar del diálogo entre ciencia y fe, que es muy activo, y nuestra principal contribución es la investigación científica.

El padre Funes rechazó la versión de que su antecesor, el también jesuita George Coyne, de 73 años, fue despedido por el Papa debido a declaraciones favorables a Darwin, susceptibles de ser interpretadas como contrarias al "diseño divino" sobre la evolución del hombre.

-Es falso, un disparate total -dijo el sacerdote argentino.

-¿Nació antes su amor por las estrellas o su amor por Dios?

-Las dos cosas van juntas. En 1969, cuando el hombre llegó a la Luna, yo tenía 6 años y mi maestra de segundo grado estaba asombrada por las preguntas que hacía por los astronautas y por la Luna. Y después, a los 12 o 13 años, me empezó a interesar la astronomía, y cuando tenía 15 decidí que iba a estudiar esto.


-¿Usted iba al campo y se quedaba horas mirando las estrellas?

-Sí, miraba el cielo... Pero algo muy importante que hicieron mis padres es que siempre me apoyaron. Nunca me dijeron no vas a ganar dinero con la astronomía, lo cual es cierto porque no es una de las carreras rentables, sino que me apoyaron mucho.

-¿Después de estudiar astronomía se dio cuenta de que tenía que existir un Dios?

-No, yo era un chico creyente, de familia católica, y la vocación me llegó cuando estaba en la universidad, en 1982. Ese fue un año importante para la Argentina por la Guerra de las Malvinas y el final de la dictadura. Y en ese contexto sentí que Dios me llamaba a servirlo. Empecé un discernimiento espiritual hasta que vi con claridad que podía entrar en la Compañía de Jesús una vez terminada mi carrera.

-¿Alguna vez se imaginó que se iba a convertir en el astrónomo del Papa?

-No, no (ríe)... Para nada. Soñaba, sí, con ser un astrónomo...

-¿La teoría de la evolución de Darwin es compatible con el pensamiento cristiano de que Dios creó el universo con un diseño específico?

-Yo
diría como Juan Pablo II: es más que una hipótesis científica. Pero no doy opinión sobre esto porque no he estudiado el tema, no soy biólogo. Puedo hablar de la formación y evolución de las galaxias, del Big Bang, pero no doy una opinión de la evolución desde el punto de vista biológico porque no soy competente.

-¿Cómo definiría el Big Bang?

-Como la mejor explicación científica que tenemos para el origen del universo: sabemos que el universo se expande y que se está enfriando. En el pasado, el universo debe haber estado concentrado en un punto. Las temperaturas eran elevadísimas, millones de grados, y a medida que el universo se enfriaba se fueron formando las primeras partículas, los átomos, las estrellas, las galaxias.

-Usted participó en la reunión de la Unión Internacional de Astronomía, en Praga, donde se decidió que Plutón no es más un planeta. ¿Está de acuerdo?

-Sí. Participé del debate y fue realmente muy interesante, porque fue un debate muy vivo. Y esto muestra cómo funciona la ciencia, que muchas veces no tiene una respuesta clara.

-Como especialista en galaxias, ¿qué piensa de la vida en otros planetas?

-En el universo, hay 100.000 millones de galaxias y en cada galaxia hay 100.000 millones de estrellas: para tener una imagen, las estrellas del universo serían como el número de granos de arena de todas las playas de la Tierra... Suponiendo que hubiera algunas estrellas semejantes al Sol, con planetas semejantes a la Tierra, es posible que exista vida. Hasta el momento no tenemos pruebas, aun en las formas más primitivas, pero en los últimos años se ha desarrollado una rama de la astronomía -la astrobiología- que estudia la posibilidad de encontrar condiciones para el desarrollo de la vida en nuestro sistema solar, o en otras estrellas que tengan planetas alrededor.

-¿Si hubiera vida en otros planetas, sería compatible con el cristianismo?

-En la hipótesis de que exista vida, y de que esta vida fuera inteligente, creo que no sería un problema para la teología ni para el cristianismo, porque así como hay distintas criaturas en la creación, podría haber seres extraterrestres inteligentes, que fueran criaturas de Dios también. San Francisco de Asís decía hermano lobo. ¿Por qué no podemos decir hermano ET? No veo dificultades para la teología si se descubriera o se pudiera establecer contacto con seres inteligentes.

-¿Cuál es la imagen de Dios que tiene usted como hombre de ciencia, que estudia el universo?

-Para mí Dios es el padre de Jesús, el Dios que se ha hecho hombre, que se ha hecho el más débil de los débiles para salvarnos. Ese mismo Dios es también el Dios creador del universo, que ama la vida, ama la belleza y nos quiere tal cual somos.

-¿Y la ciencia?

-La ciencia me ayuda a pensar en un modo crítico. Yo enseño astronomía en la Universidad de Arizona para estudiantes que no siguen carreras científicas, justamente por eso. Y esa imagen de Dios que todos tenemos no es una imagen perfecta, porque a Dios no lo podemos conocer tal cual es. La teología es la comprensión racional de nuestra fe. Todos los cristianos deberíamos ser capaces de pensar nuestra fe y tratar de vivirla no sólo desde el punto de vista afectivo, con el corazón, sino también con la inteligencia.

-¿El hombre entiende al mundo en que vive?

-No completamente, porque si no nos comportaríamos de otro modo
.

-Hay tsunamis, terremotos, sequías, inundaciones. ¿El hombre está abusando del planeta?

-Hay efectos que son causas naturales, como un tsunami o un terremoto. Nosotros somos parte de la naturaleza, aunque tengamos tanto avance tecnológico, somos frágiles. Un tsunami o un terremoto nos recuerdan esta fragilidad. Después existe el mal moral, causado por la libertad del hombre y la mujer: las guerras, el terrorismo, la inseguridad. Ese tipo de mal no es querido por Dios.

-Y ahí viene la contaminación, la depredación...

-Todo lo que no es natural es provocado por el hombre. Tendríamos que ser más cuidadosos de la naturaleza y de los recursos humanos. No hay que olvidar que hay otras generaciones.

-¿Cuánto va a durar el planeta Tierra?

-El universo se está expandiendo, pero no somos el centro del universo. La Tierra es el tercer planeta que gira en torno del Sol. El Sol está en uno de los brazos espirales de la Vía Láctea y a una distancia del centro de la galaxia de 25.000 años luz. Ni siquiera los argentinos somos el centro del mundo (risas). No hay una posición privilegiada, pero creemos que la Tierra tiene 4500 millones de años de edad, y de acuerdo con la evolución, el Sol en algún momento se va a convertir en una estrella gigante roja. Y el efecto que tendrá sobre la Tierra es que se va a calentar de un modo tal que la vida será imposible. Y esto ocurrirá dentro de 4000 o 5000 millones de años. Nada grave, porque nosotros ya no estaremos para contarlo.


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