El filósofo y sociólogo francés que definió la posmodernidad, la hipermodernidad, el vacío del consumismo y la estetización del arte, en su libro "De la ligereza" reflexiona sobre características de la la vida contemporánea en algunas sociedades.
Pregunta. Su libro contiene una gran paradoja: vivimos en la sociedad del
individuo y sin embargo el individuo es cada vez más débil.
Respuesta. La sociedad contemporánea
pone en valor al individuo, cierto, y le da más poder sobre sí mismo para
decidir sobre su vida, pero al mismo tiempo aumenta su fragilidad, lo estamos
viendo con los índices de depresión o estrés. Y es que en las sociedades antiguas
la educación dura te preparaba para vivir en un mundo difícil. Hoy, les
educamos dulcemente, queremos que los niños sean felices y no les preparamos
para lo difícil, para lo que Freud llamaba “el principio de realidad”. También
hay una razón estructural: en esas sociedades tradicionales no se planteaban
preguntas sobre la organización de la vida porque se organizaba como lo habían
hecho los padres. Hoy las tradiciones han perdido su fuerza y cada uno debe
construir su vida, desde la educación a la alimentación. Y eso es duro.
P. ¿Nos equivocamos al abrazar tanta ligereza?
R. No nos equivocamos, es inevitable,
es el precio de la libertad. Hemos ganado la libertad de elegir y hemos perdido
la seguridad de no tener opciones. La pareja, por ejemplo, también se peleaba
sin plantearse otra cosa y ahora te planteas separarte. Hay una segunda capa.
Si antes no eras feliz no hacías nada. Hoy miras en la educación, la vida
amorosa, el trabajo, la salud como territorios en los que tomar decisiones. La
sociedad individualista te ofrece condiciones de vida ligeras (placer, turismo,
bienestar, tecnología) pero la vida es un peso. El consumo es ligero pero se
vuelve una carga, se vuelve un trabajo si el presupuesto no es tan grande como
tus necesidades.
El consumo es ligero pero se vuelve
una carga si el presupuesto no es tan grande como tus necesidades.
P. Usted no está de acuerdo con que la levedad del ser sea insoportable,
como escribió Milan Kundera.
R. Decir que la levedad del ser es
insoportable... esa idea es la que me parece insoportable. La ligereza no es
insoportable, no podemos hacer una filosofía trágica de la ligereza, no es
ella, sino el miedo que provoca lo que puede ser trágico. Hay que defender la
ligereza, pero no toda la ligereza. Mi libro ha querido diferenciar eso: yo
defiendo la sociedad de la ligereza porque nos ha librado de los males del
siglo XX, lo que no es poco, es considerable. El nazismo, el fascismo, el
franquismo no eran ligeros. Ahora estamos protegidos de esas ideologías por la
sociedad ligera: por el consumismo, la felicidad, la conservación. Esas
sociedades ideológicas eran extremas y eso es lo que fue insoportable: dos
guerras mundiales, la shoa, millones de muertos con el comunismo. Yo no siento
nostalgia de eso y la ligereza nos ha librado de eso, la gente quiere vivir
bien, ya no quiere morir, quiere divertirse. No parece muy elevado divertirse
en facebook, pero ya no hay masacres en Europa y todo el mundo quiere venir aquí.
La ligereza ha reforzado la democracia. Y luego por supuesto, hay que afrontar
la complejidad de las cosas: esa ligereza crea otros problemas, es difícil,
problemática, pero no insoportable. Paul Valéry dijo: hay que ser ligero como
el pájaro y no como la pluma. Esa es la idea.
P. Describe también cómo se han perdido las estructuras colectivas: la
religión, la familia. ¿Ya no tenemos estructuras grupales?
R. Lo que se ha minado es la
organización y las imposiciones colectivas de la vida. Antes por ejemplo la
Iglesia decidía por nosotros. Eso no significa que hayan desaparecido las
instituciones, pero ya no dirigen nuestra vida. A su vez hay nuevos colectivos:
las asociaciones, la cooperación, el gusto por la política, pero de otra
manera. Ya no está el marco de Iglesia, partidos, Estado y familia. Antes no te
podías divorciar porque la familia era más importante que el individuo. Ahora
el individuo es más importante que la familia como institución. Eso es la
individualización. Pero se subestiman otras formas de colectividad: Wikipedia,
por ejemplo, escrita por todo el mundo sin retribución ni interés personal, es
muy interesante. El individuo obsesionado por su placer no se desvincula del
exterior. Hay generosidad, hay empatía, pero en la sociedad individualista las
instituciones colectivas ya no nos dirigen, esa es la diferencia.
P. ¿Y los partidos han sabido adaptarse? ¿Qué papel están haciendo en ese
desdibujamiento de las instituciones?
R. La política del espectáculo se ha
extendido, los políticos nos hablan de su vida privada, intentan ser próximos y
simpáticos... Pero si hay un dominio que ha fracasado es la política. La gente
está disgustada con la política y el disgusto no es ligero. La política no es
ligera. El paro en los países del sur se debe al fracaso de la política, no es
una fatalidad. Otros países como Suiza, Alemania, Dinamarca, Austria no tienen
ese paro y es la política la responsable de eso, no es el capitalismo.
P. ¿Qué ha fallado? ¿Liderazgo?
R. Antes no te podías divorciar
porque la familia era más importante que el individuo. Ahora el individuo es
más importante que la familia como institución.
R. Liderazgo, sí. Y que ya no hay
políticas que nos hagan soñar. Antes la política significaba soñar y eso nos
trajo desastres. Pero ahora la política consiste en estadísticas, no es
portadora de nada. Y no tiene poder. Antes los revolucionarios venían a cambiar
el mundo y ahora nadie cree que los políticos puedan cambiar nada. Tsipras lo
creía y lo ha hecho como cualquier otro.
P. La política ya no nos hace soñar. ¿Tal vez por eso ascienden otros
partidos que lo intentan? ¿Hay un nexo entre el ascenso de Le Pen, Tsipras,
Trump, Podemos?
R. Claro, la crisis de la política,
los fracasos de la política hacen crecer otras opciones. Hollande fue elegido
con un discurso contra las finanzas y tomó como ministro a alguien que venía de
Rothschild. Pero Le Pen crece porque él fracasa. La gente escucha nuevas
soluciones porque los otros han fracasado. Si los políticos hubieran arreglado
los problemas que afectan a la gente no habrían crecido los partidos
populistas.
P. ¿Y Podemos?
R. No es Le Pen, claro. Podemos
considera que el liberalismo es la causa mayor de problemas y persigue una política
antiliberal, pero políticamente es un error. Tsipras estaba ahí y ya ve el
resultado, acepta todas las medidas porque está obligado, hay contratos
colectivos y la política ya no va de sueños. Y Podemos retoma la gran tradición
ideológica, la retórica. Pero Chávez y Corea del Norte son desastres absolutos.
Eso no significa que liberalismo es bueno pero si crees que puedes escapar a la
liberalización cometes un error. Hace falta solidaridad y el Estado no puede
dejar el mercado sin reglas pero no hace falta sistemáticamente denunciar el
capitalismo como causa de los males de la humanidad, eso conduce a desastres.
El Estado no crea empleo, ya vemos la Unión Soviética, pero tiene un rol para
preparar el futuro. Vemos ascender ideologías de combate radical pero creo que
son posturas, discursos, retórica.
P. Usted escribió en La tercera mujer sobre el peligro de regresión.
¿Trump es una muestra de esa regresión para la mujer?
R. Puede haber estancamiento pero
regresión no. Afortunadamente Polonia y España pararon el intento de ir hacia
atrás en aborto. En Estados Unidos creo que ganará Clinton y será imposible la
regresión pero es un proceso largo. En el trabajo doméstico las mujeres siguen
ocupándose de la gran mayoría, en las grandes empresas hay techo de cristal, en
la pequeña empresa y en la política va más rápido. La razón no es el machismo,
eso es una visión fácil. La organización no está hecha para las mujeres.
P. ¿Y no es eso machismo?
Si los políticos hubieran arreglado
los problemas que afectan a la gente no habrían crecido los partidos
populistas.
R. Tengo mis dudas. Es la
organización que no escucha, que es masculina, hecha para los hombres, pero no
por machismo. No es exactamente lo mismo, creo. Hay que hacer evolucionar la
estructura pero los hombres ya no creen que las mujeres sean inferiores.
P. Habla de los selfmedia frente a los mass media. ¿Se terminó el poder
de los mass media?
R. No se ha acabado, pero las
pantallas han implantado otra lógica. El ciudadano es emisor también en los
selfmedia. Es bueno que sean más activos pero la mayor parte del tiempo dicen
estupideces. Entre el consumidor del selfmedia y mass media falta un cuarto
elemento para que sea positivo y es la educación. Internet no educa a nadie y
hay estudios que indican que los que menos enganchados están a la pantalla del
móvil mejores resultados tienen. La tecnología no es la solución a nuestros
problemas sino la educación. El siglo XXI va a ser el siglo de la educación y
ese es un reto colectivo. La fatalidad no es la responsable de los malos
resultados en España por ejemplo. Y el futuro no lo hace Facebook ni las
máquinas, el futuro lo debe preparar el Estado. Hay medios mediocres porque hay
un mercado que pide eso. Si la gente se interesa en la vida sexual de los
famosos es porque no tiene otros centros de interés. Los medios no son la
causa, solo están porque hay mercado. Es la escuela lo importante.
P. ¿Internet ha cambiado las relaciones sexuales?
R. La vida sexual se ha hecho más
ligera aparentemente, el sexo ya es consumo, es cool, busco un encuentro en
Internet y ya está, como un supermercado. Pero en realidad no es verdad. No
comparto la tesis de Houellebecq porque él ve el drama, el fracaso de la
revolución sexual, pero es un fracaso limitado. Una de cada dos mujeres tiene
una vida sexual satisfactoria, mucho más que hace tiempo, según los estudios.
En Pensilvania los primeros americanos dedicaban tres minutos al acto sexual
porque eran puritanos, ahora el sexo es lúdico, las prácticas se han
diversificado. Hay frustración porque tenemos un ideal más elevado, porque
comparamos mejor. Pero no es un supermercado. Las rupturas causan depresiones,
la ansiedad de no volver a ser amado, la necesidad de ser amado y eso no es
supermercado. Hay consumismo en el sexo, sí, pero en general la gente busca un
compañero, una relación más global, no solo sexual. El amor aporta una
valorización de uno mismo y es individualista. Eres el preferido y eso es
supergratificante. No serlo es duro. El amor no es arcaico, no es un vestigio,
es individualista “me ha mirado, piensa en mí”. Puedes usar webs de contactos
pero luego todo empieza como siempre. No tenemos relaciones virtuales, sino
sensuales. Lo virtual no ha destruido lo sensual. Cuanto más estás conectado
más te relacionas. La gente sufre con las relaciones, como siempre sufrió.
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