lunes, 29 de julio de 2024

Adriana Arpini: el ser humano a la intemperie

 

 

Entrevista realizada y publicada por Unidiversidad, sistema de medios de la Universidad Nacional de Cuyo, con ocasión de las Jornadas de Filosofía que se desarrollaron en la Facultad de Filosofía y Letras los días 26, 27 y 28 de octubre de 2022.

https://www.unidiversidad.com.ar/la-crisis-actual-o-el-ser-humano-a-la-intemperie-y-en-busca-de-respuestas

 

¿Por qué este es un tiempo de intemperie para el ser humano?

 

Si lo pensamos con una proyección histórica no demasiado larga, el siglo XX es un siglo en el que por primera vez se producen catástrofes humanas, y en el que aparece esta lucha por el control del poder mundial y esa lucha llevó a desarrollos científicos tecnológicos que permiten, por ejemplo, tener un arsenal atómico que haría posible la destrucción de la humanidad no una vez, sino varias veces, vivimos un tiempo en que el riesgo de la destrucción total está presente y eso hay que ponerlo en conceptos. Estamos en un tiempo de intemperie, porque los conceptos que teníamos y vienen de la tradición, o hay que redefinirlos o hay que crear conceptos nuevos para poder interpretar este tiempo. Para la filosofía es una tarea ineludible, porque tenemos que asumir nuestro propio tiempo, Hegel decía algo en que tenía razón y es que la filosofía consiste en poner el propio tiempo en conceptos.

 

¿La filosofía cumple con esa tarea?

 

A veces sí y a veces no. Sí la cumple cuando se trata de una reflexión filosófica viva, que se hace cargo de esos problemas, pero también la filosofía adopta formas academicistas que se apartan de eso, que no hay que restarles importancia porque la tienen, pero el problema es cuando esos esfuerzos por hacer una exégesis hiper detallada de un texto no se pueden volcar a la reflexión acerca de lo que nos está pasando; ahí hay un corte entre la academia y la vida de la filosofía.

 

Usted planteó que en este tiempo la pregunta central no es qué es el ser humano sino cuál es su valor. ¿Por qué?

 

Sí, porque la pregunta de la antropología clásica es que es el hombre y se suele decir que esa pregunta sintetiza muchas otras preguntas, que tiene su lugar de enunciación propio en la modernidad y más precisamente en la Ilustración, donde el centro de las preocupaciones era conocer lo que es el hombre, que da pie al desarrollo de toda la ciencia humanas. Sin embargo, esa pregunta va acompañada de otra que es cuál es el valor del hombre, que es una pregunta axiológica. Desde esa perspectiva, uno empieza a ver que hay otras cosas a las cuales atender, que no es solamente la actividad racional del hombre puesta en el conocimiento, sino también los valores, la afectividad, las intuiciones, las relaciones y todo lo que tiene que ver con ellas, entonces ahí se empieza a ampliar un poco el panorama y ya no es una cuestión meramente antropocéntrica, en el sentido de definir al sujeto como sujeto racional.

 

De cybors y prioridades


Frente a esta realidad del ser a la intemperie, usted planteó la necesidad de abrir caminos que se aparten de las posiciones extremas. ¿Por qué?

 

Como en todas las cosas, siempre hay posiciones que son extremadamente optimistas y otras extremadamente pesimistas. Hay una forma de optimismo que me parece ingenua, dice que para resolver los problemas que nos ha causado el desarrollo científico tecnológico de la mano del desarrollo del capitalismo, tenemos que hacer más desarrollo científico tecnológico, pero ese desarrollo también tiene como destino la acumulación, entonces estamos en la misma. Es un optimismo que en todo caso podrá retrasar, pero no modificar, porque el esquema del cual se parte es exactamente el mismo. Y después está el pesimismo total, de que nada se puede hacer. Me parece que hay que ir por una vía que, sin negar el desarrollo científico tecnológico, pueda pensar formas de encarar ese desarrollo, de fijar prioridades, que pongan el norte en la realización de la vida.

 

¿Por qué es necesario fijar prioridades?

 

No está mal que haya cybor, el problema es que la cultura cybor y los desarrollos científico tecnológicos se orientan al mercado, porque quiénes se van a beneficiar de esos desarrollos, los que puedan, los que tengan el dinero para poder hacerlo. Por ejemplo, un implante que mejore la capacidad intelectual, quién va a poder acceder a eso, de qué manera se va a distribuir el trabajo en una época en la que eso sea posible, quiénes van a ser amos y quienes esclavos. Es decir, si seguimos dentro de la misma estructura fijada por la acumulación y la producción de mercancía todos esos que podrían ser beneficios para la humanidad van a seguir provocando injusticias.

 

¿En el mismo sentido, cómo se fijan prioridades respecto del cuidado del medio ambiente, cuando el extractivismo es un modelo al que se sigue apostando?

 

A mí lo que me preocupa es formar gente que tenga sensibilidad para eso y ojalá que puedan ocupar lugares de decisión donde esas cosas se puedan discutir. De hecho, hay pasos que se van dando, por ejemplo, cuando la constitución boliviana habla de los derechos de la tierra o los derechos de la naturaleza o cuando en Mendoza fue el tema del agua y hubo oposición a la reforma (de la ley 7722), me parece que esas son tomas de conciencia y pasos que se van dando.

 

¿Los movimientos ecológicos, la toma de conciencia sobre el cuidado del planeta van en el mismo sentido?

 

A mí lo que me parece interesante es que esos posicionamientos no cierren la posibilidad de pensar, sino que abran posibilidades. Me parece interesante que cualquiera sea el tipo de lectura que se haga, si eligen ser vegetarianos o veganos no se cierren en eso, porque entonces también se bloquea la posibilidad de pensar futuros posibles. Cuando aparece una idea como la única que nos va a salvar, siempre se están bloqueando otras posibilidades. Entonces, es interesante, es bueno, pero que se pueda dialogar, que puedan abrir perspectivas, que no signifiquen nuevas formas de cerrazón.

 

La sabiduría de la vida cotidiana


Usted planteó que existen saberes de la vida cotidiana que la academia debe escuchar. ¿Por qué?

 

Ahí hay una sabiduría que hay que explorar, que desde la perspectiva de la ciencia occidental ha sido dejada de lado, era solamente objeto de investigación, pero no se pensaba que desde ahí procedían formas de sabiduría también. Cuando yo decía que había una cuestión abismal, el abismo es un límite, entonces de este lado están las formas de conocimiento reconocidas como la ciencia, la filosofía, incluso la teología, que pueden tener diferencias entre sí, pero que al fin y al cabo monopolizan la razón; y del otro lado hay supersticiones, mitos y todo eso parece que tiene menos valor. Sin embargo, en las narraciones, en la medida que son recuperadas por arqueólogos y antropólogos culturales, muestran que hay formas de sabiduría que coexisten con la ciencia. Entonces, la imposibilidad de ver la coexistencia, de pensar que nos podemos nutrir de estas formas de sabiduría para resolver los problemas contemporáneos, eso es el abismo. Tender puentes por sobre el abismo permitiría tener otra mirada, otra forma de encarar no solamente los problemas, sino también la forma de presentar los problemas, cómo preguntar.

 

¿Si me permite una pregunta personal, a qué se aferra en estos tiempos de intemperie?

 

A lo personal y lo cotidiano, uno se agarra de los afectos y también hay que hacer una reflexión sobre eso. Desde las epistemologías feministas se recupera toda esa dimensión de los afectos no solamente para la vida cotidiana, sino para pensar el desarrollo científico, para pensar la organización política y los problemas contemporáneos.

 

¿Esas visiones feministas brindan esperanza?

 

Sí, creo que hay que prestar mucha atención no solo a los feminismos más clásicos, sino a los feminismos comunitarios, a los que surgen de los problemas de las mujeres en las comunidades. Las mujeres de las comunidades no se ponen a escribir “papers”, pero en las entrevistas o cada vez que pueden van manifestando cuáles son los ordenadores de su visión de la vida y esos criterios funcionan para la vida, entonces uno que está en la academia tiene que escuchar esas cosas, no ir a decirles cómo tienen que pensar, sino que es al revés, hay que escuchar.

viernes, 31 de mayo de 2024

Éric Sadin: “El lenguaje estandarizado de la inteligencia artificial huele a muerte”

El filósofo francés, de visita en el país, afirma que la lengua humana es la creación siempre singular de una persona que habla en su nombre con libertad, lo opuesto a lo que produce el ChatGPT

20 de abril de 2024

Entrevista y nota por Daniel Gigena, LA NACION Buenos Aires.

https://www.lanacion.com.ar/ideas/eric-sadin-el-lenguaje-estandarizado-de-la-inteligencia-artificial-huele-a-muerte-nid20042024/

 

El pensador francés Éric Sadin visitó nuevamente la Argentina, esta vez para brindar dos conferencias (una en el patio de la sede del Rectorado de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, otra en el auditorio del Malba) y para presentar su nuevo libro, “La vida espectral. Pensar la era del metaverso y las inteligencias artificiales generativas” (Ed. Caja Negra), escrito antes y después de los anuncios de OpenAI sobre los avances en materia de inteligencia artificial.

Para Sadin, el futuro que espera a la humanidad es poco menos que catastrófico si no se ponen límites a las mentes (humanas) de Silicon Valley y a lo que llama la “tecnologización de la vida cotidiana”.

“Estoy feliz con la recepción que reciben tanto mis obras como mis posiciones en la Argentina y en el mundo hispanoparlante, algo que empezó hace siete años, con la aparición de La realidad aumentada”, dice. En Francia, sus libros venden decenas de miles de ejemplares; Sadin colabora en los medios franceses más importantes, como Le Monde y Le Figaro.

"Ahora hay un sistema al que le encargamos que realice tareas que hasta hace poco movilizaban nuestras facultades intelectuales y creativas"

Como pasa con las obras de otros pensadores contemporáneos, la de Sadin prosigue una argumentación de un libro a otro; este no es la excepción y en varios capítulos continúa el debate iniciado en libros anteriores, como La era del individuo tirano, donde se enfocaba en el “usuario” formateado por el “tecnoliberalismo”.

Su nuevo ensayo, entonces, aborda el impacto que tiene en la sociedad la “adicción a las pantallas”, puesta en tensión con el legado cultural, artístico y político del pasado.

“Este fue un libro complicado para mí por la fuerza misma de las cosas –dice Sadin–. Como trabajo sobre dimensiones contemporáneas que están continuamente en movimiento, este es un texto que se movió mucho en el transcurso de la escritura. El desafío inicial era analizar las consecuencias de lo que llamo la pixelización integral de nuestras vidas, el hecho de que cada vez más actividades de la vida humana se pierden en pantallas y sistemas digitales, dimensión que quisieron intensificar Mark Zuckerberg y Silicon Valley a partir del otoño de 2021, a finales del gran confinamiento, donde el desafío era que el mundo pudiera venir hacia nosotros y nosotros realizar una cantidad creciente de actividades a distancia a través de pantallas y asistidos por sistemas digitales cada vez más conscientes”.

El proyecto inicial era analizar el alcance de este proceso, que cristalizó en la aparición de la industria del metaverso, cuenta el filósofo, autor también de “La silicolonización del mundo” (Ed. Caja Negra, 2018).

Sin embargo, en medio de la escritura del libro, irrumpió un acontecimiento insoslayable: la puesta en línea del ChatGPT, el 30 de noviembre de 2022. “Eso me produjo una suerte de vértigo –dice Sadin–. Ahí entendí que se trataba de una fecha histórica, única en la historia de la humanidad. Fue la primera vez en un libro que me pasa esto de trabajar en dos dimensiones sin haberlo previsto. Eso hace que este sea un libro que da un testimonio sobre el curso del estado de las cosas, tiene una dimensión prospectiva, pero sigue siendo bastante híbrido. Por eso tengo la idea de escribir otro de 150 páginas sobre el fenómeno preponderante, este terremoto que presenta la irrupción de la IA generativa, las consecuencias y cómo deberíamos actuar como sociedad”.

 

–¿Y cómo deberíamos actuar?

 

–Hablemos primero de lo que tenemos enfrente. Desde hace unos quince años están en funcionamiento unos sistemas de IA. La IA era, hasta 2022, un sistema de diagnóstico y recomendación, un sistema de evaluación de una cantidad de aspectos de la vida humana, por ejemplo, tomar tal camino o no, comprar tal producto en tal lugar o no. Es lo que llamo la organización cognitiva y organizacional de la IA. Esta dimensión sigue en funcionamiento más que nunca, con una cantidad de consecuencias jurídicas y políticas que a mi juicio no están siendo pensadas y que analicé en 2018 en La inteligencia artificial o el desafío del siglo. Pero desde noviembre de 2022, si bien este sistema sigue en pie, vivimos lo que llamo el giro intelectual y creativo de la IA.

 

–¿Qué implica ese giro?

 

–Significa que ahora hay un sistema al que le encargamos que realice tareas que hasta este momento movilizaban nuestras facultades intelectuales y creativas. En diciembre de 2022 se puso en línea ChatGPT y una multitud de gente dijo que era increíble un sistema que, con una mera instrucción, un prompt, pudiera producir texto en un seudolenguaje. Estas mismas personas dijeron que todavía hacían falta nuevos desarrollos para que el ChatGPT se acercara a un lenguaje humano. Lo que tendríamos que haber hecho entonces es ver cómo funcionaba eso, quizá para un filósofo de la técnica ese era su deber, ya que los ingenieros no nos explican cómo funciona, nos dicen que va a ser genial y que vamos a vivir en un mundo maravilloso. El sistema de IA generativa deglutió todos los corpus existentes desde la noche de los tiempos hasta 2021, con miras a someterlos a análisis estadísticos, matemáticos, esquemas lógicos y ecuaciones probabilísticas. Por ejemplo, cuando escribimos en WhatsApp, el predictivo completa la frase. En una dimensión probabilística el sistema funciona a través de correlaciones y aparecen entonces las probabilidades más altas en función de estadísticas y ejemplos lógicos. Pero esto es lo opuesto a la manera en que mantenemos nuestra relación con el lenguaje hasta ahora.

 

"Vamos hacia un entorno en donde no sabremos cuál es la verdad, y eso es muy grave; una sociedad no solo comparte principios, sino también las referencias en común"

 

–¿En qué se contrapone con nuestro uso del lenguaje?

 

–La relación con la lengua es el lugar del encuentro, el maravilloso choque entre el legado común y cada singularidad con su capacidad subjetiva. Lo que llamamos cultura está hecho de una infinidad de textos, esquemas de construcción, gramática y ortografía que aprendemos en la infancia y que, en la adultez, nos permite forjar textos en primera persona, de manera única. Lo que voy a decir ahora mismo, la palabra que vamos a decir en el momento siguiente no la podemos predecir, no la sabemos. Y no lo sabemos porque no mantenemos una relación probabilística con el lenguaje sino indeterminada. Y ese es el lugar de la libertad humana, el lugar de la creatividad; el lenguaje es la creación continua y siempre singular de una persona que habla en nombre propio con libertad. Es lo opuesto al lenguaje necrosado de la IA, que huele a muerte porque está fundado en esquemas lógicos de correlaciones: si hay A, hay B y habrá C. Nosotros utilizamos el lenguaje dentro de una dimensión asociativa. Ahora este lenguaje necrosado, industrializado, estandarizado, esquematizado está llamado a convertirse en algo mayoritario en el espacio simbólico. Cuando las personas empezaron a utilizar ChatGPT no vieron las consecuencias civilizatorias que tiene.

 

–¿Solamente se valoró su función práctica y utilitaria?

 

–Sí, y eso es terrible. Porque el utilitarismo se convirtió tanto en una norma en nuestra sociedad que llegó a infiltrar nuestros cerebros y solo pensamos en términos utilitaristas. Ahora bien, la cuestión en particular que nos van a plantear pronto nuestros hijos es: “¿Por qué debo ir a la escuela si hay sistemas que a través de una mera instrucción producen texto? ¿Para qué voy a estudiar en la escuela, perdiendo tiempo con la gramática y la ortografía?”.

 

–¿Qué deberían responder los adultos ante un planteo como ese?

 

–La educación es el aprendizaje de la alteridad. La educación en casa es verse solo a sí mismo y eso contribuye al estatuto del individuo tirano. Lo que propongo hacer es tratar de captar las consecuencias sociales, políticas y civilizatorias del ChatGPT. Quizás el utilitarismo nos impide hacer el esfuerzo de captar todo esto. Quizás a los niños haya que hacerles entender que el lenguaje es el lugar de la libertad humana, la pluralidad, la capacidad para construirse como individuo singular, un ser capaz de tener posiciones propias en una sociedad libre y plural; que el aprendizaje de los grandes textos y de la cultura son una ocasión de alegría intensa para la existencia. Podríamos responderles también que el seudolenguaje de la IA va a reforzar un capitalismo algortítimico que solo brega por el lucro. Podríamos decir además que son sistemas que van a generar consecuencias de consumo energético más grandes, en momentos en que se dice que hay que modificarlos.

 

–¿Qué impacto tendrá en el mundo de las representaciones?

 

–Lo que está sucediendo hoy con las IA generativas es que con una simple instrucción, el menor esfuerzo, sentadito en un sillón, puedo pedir que prepare el discurso de esta noche mientras yo duermo la siesta. Es lo que llamo el “régimen del promptismo generalizado”. No pasa solamente con el seudolenguaje, sino también con las imágenes. Con una instrucción se pueden generar imágenes falsas, como la del papa Francisco con campera o el falso audio de Joe Biden.

 

"Frecuentar de manera compulsiva las pantallas genera conexiones neuronales empobrecidas y nos priva de la expresión de nuestra singularidad"

 

–Se trata de una cuestión ontológica.

 

–Más que eso, un audio falso de Biden pidiendo a sus electores no votar en New Hampshire para reservarse y votar en Florida o el video seudopornográfico de Taylor Swift producen consecuencias concretas. A través de una instrucción puedo pedir a la IA que cree un video falso de un vecino con el que tengo una diferencia, pegándole a una mujer, y después lo subo a internet. Vamos camino a eso porque son tecnologías que están en manos de todos; vamos hacia un entorno en donde no sabremos cuál es la verdad y eso supone una extrema gravedad, porque una sociedad no es solo los principios en común, sino también las referencias en común. La sociedad ya está lo suficientemente enloquecida con las fake news, con la posverdad, con la expresión del rencor, con el complotismo.

 

–¿Cómo actuar ante esta situación?

 

–La sociedad está cruzada por una psiquiatrización, pero ¿qué hace el legislador en lugar de prohibir la IA generativa en diciembre de 2022? Dice que, puesto que estos sistemas saquean los fondos de imágenes y textos, hay que analizarlos a través del mismo sistema en lugar de ver las consecuencias. Los legisladores están fuera del contacto con la realidad y no entienden nada, o están bajo el yugo del supuesto crecimiento económico y solo piensan en las consecuencias económicas, no en las civilizatorias. Ya no estamos en la posverdad sino en la indistinción generalizada, ya no vamos a saber más nada. En dos años este régimen corre el riesgo de volverse mayoritario.

 

–¿Cuáles podrían ser las consecuencias en el mundo del trabajo?

 

–Un año después de la puesta en línea del ChatGPT, Sam Altman dijo que habíamos tenido un buen año y todos se rieron, el auditorio se rio, todo el mundo se rio, pero también dijo que eso no era nada en comparación con lo que se venía. “Vamos a darles a todos los individuos del planeta superpoderes con los superasistentes”, dijo. O sea, sistemas de IA generativa que van a responder de manera personalizada. Te vas a mudar y necesitás un arquitecto que te asesore; por ahora, es un arquitecto, pero pronto un superasistente va a incorporar todos tus deseos y datos. Un profesor en casa les ofrece a los niños programas de estudio personalizados; un médico clínico será cada vez menos necesario si se puede tener una entrevista con una IA que analizará mi cara y me dará consejos de salud. En el mundo más de dos tercios de los empleos pertenecen al sector terciario, de servicios. Habíamos hablado del giro intelectual y creativo, que es lo que caracteriza a las profesiones que tienen que ver con los servicios, porque movilizan nuestras facultades intelectuales. Ahora hay sistemas que pueden desempeñar de manera infinitamente más rápida y fiable, y a menor costo, esas tareas. No hay que ser adivino para ver lo que se viene. Diseñadores, periodistas, abogados, profesores, en suma, todas las profesiones que en su mayoría requieren largos y costosos estudios y además son oficios que procuran placer y fenómenos de reconocimiento, dentro de pocos años van a sufrir un huracán, todas esas profesiones van a ser trituradas y destruidas. Por eso los gurúes de Silicon Valley ya hablan de un “salario mínimo universal”. En mayo de 2023, los guionistas de Hollywood reaccionaron, fueron muy valientes y sin esperar a los legisladores o la regulación se movilizaron, hicieron huelga y dijeron “esto no lo queremos”. Eso necesitamos hoy: tiene que haber una movilización al interior de las corporaciones.

 

–Augura un futuro inmediato turbulento.

 

–Nos corresponde a nosotros más que nunca promover una sociedad crítica que nos permita estar más al corriente de la realidad de estas cosas y no a merced de discursos que vienen de supuestos expertos que nos cuentan pavadas. Los guionistas de Hollywood relataron lo que estaba pasando y dieron testimonio de lo que iba a pasar y cómo este huracán se los iba a llevar puestos. Tuvieron la determinación, la valentía, la conciencia, se comprometieron en una acción política, una acción social. Es muy probable que la sociedad entre en ebullición de acá a seis meses o un año. Desde el sector terciario tenemos que movilizarnos por eso.

 

–¿Hay una relación entre el auge de estas tecnologías y el de las nuevas derechas?

 

–Sí. Esas derechas, esos populismos, son indisociables de la acumulación de desilusión, del sentimiento de imposibilidad e inutilidad de cada uno. Muchas promesas fueron defraudadas y, en un momento histórico, se colocó en manos de los individuos herramientas para la expresión. Eso liberó rencores, resentimiento, teorías alocadas, y ahora llegamos a un mundo donde solo se ve lo real a partir de los propios rencores.

 

–¿Qué les diría a los jóvenes que utilizan estas herramientas?

 

–Muchas cosas. Que es envidiable una vida cotidiana con compañías que nos estimulan y buscan estimular nuestros comportamientos, en lugar de actuar en forma pasiva con herramientas que muchas veces nos llevan a compararnos con los demás, a estar en un juego de competición social sumamente triste. No son solo los jóvenes, es todo el mundo. Ahora sabemos que frecuentar de manera compulsiva las pantallas genera conexiones neuronales empobrecidas, sistemas que nos privan de la expresión de la singularidad, la tranquilidad y de impulsos a los que no dejamos de responder. Sabemos hoy, mediante estudios, que la lectura de libros estimula zonas del cerebro, aportando alegría, reflexión, aprendizaje, singularización. Hay que ofrecer medios para hacer valer nuestra libertad y subjetividad, y esto es indisociable de otras temporalidades que no son las de las pantallas, y del aprendizaje de la alteridad. Hay libros que cambian una vida; ver un video en TikTok no cambia la vida.

 

Éric Sadin nació en 1973, en París. Escritor y filósofo, es uno de los pensadores más críticos sobre los efectos de las tecnologías digitales. Brinda conferencias en distintos países y colabora regularmente con diarios como Le Monde, Le Figaro, Libération, El País, Die Zeit y Corriere della Sera.

 

Es autor de varios ensayos, muchos de ellos best sellers en Francia, España y la Argentina, como La humanidad aumentada, La siliconización del mundo y La era del individuo tirano, publicados en el país por Caja Negra. Herder lanzó Hacer disidencia. Una política de nosotros mismos.

 

Si bien no da clases en universidades, es invitado por casas de estudios superiores en todo el mundo. También es autor de libros de poesía.

 

Caja Negra acaba de lanzar en el país su libro más reciente, La vida espectral.

miércoles, 20 de septiembre de 2023

Entrevista con Gianni Vattimo

 

Ha muerto el filósofo italiano, destacado autor que desarrolló “el pensamiento débil” en el marco de las rupturas propias de la “posmodernidad”. Aquí se presenta un reportaje en que se recorren ejes de su pensamiento y se manifiesta la orientación de sus ideas en vinculación con la realidad contemporánea.


Jorge Fontevecchia, Perfil, 01-05-2021

https://www.perfil.com/noticias/periodismopuro/gianni-vattimo-la-razon-esta-vinculada-al-calculo-la-inteligencia-implica-empatia.phtml

 


—En las últimas entrevistas, aun las que concedió en 2019, usted se mostraba pesimista. Dijo ese año: “Espero morir antes de que reviente todo”. ¿Tenía alguna intuición sobre la distopía que se acercaba?

 

Vattimo —Era pesimista antes, en realidad. Pero, con relación a la pregunta, sigo teniendo el sueño de no morirme primero. No deseo morir antes de que acabe el mundo. La situación ya era compleja. No solo en lo vinculado a lo económico. Había muchas otras cosas. La realidad es que no creo que en progreso. Tendemos hacia una sociedad controlada, hiperorganizada en cuanto a las relaciones de poder, y dominada por unos pocos. No me gusta pensar así, me desagrada. Quizá soy pesimista también porque soy viejo. Quizá los jóvenes encuentren la manera de luchar para un mundo mejor para ellos mismos. Pero en esta situación, y aun previamente, sí soy pesimista.

 

—¿Hay un pesimismo vinculado a la vejez? ¿El paso del tiempo, de la propia vida, empuja hacia el pesimismo?

 

Vattimo —No creo que se produzca eso, no es necesariamente así. Para explicarlo, le diría que soy pesimista porque muchos aspectos del mundo contemporáneo me parecen difíciles de aceptar. Pero admito que este pesimismo se acrecienta cuando uno va envejeciendo, cuando el espejo le devuelve esa imagen. Ahí es donde también uno espera que las nuevas generaciones sean diferentes. Pero no necesariamente la vejez implica pesimismo. En esta situación, ser viejo es particularmente difícil.

 

“En los últimos años aprendimos que se van muriendo muchos dogmatismos vinculados a la religión”

 

—El “Nietzsche” de Martin Heidegger, libro que a usted lo marcó, comienza con una cita de “El Anticristo”. Es la siguiente: “¡Casi dos milenios y ni un solo nuevo dios!”. ¿El coronavirus puede abrir una nueva forma de religiosidad? ¿Son nuevos ritos la distancia social y el uso de tapabocas?

 

Vattimo —Aquello que decía Friedrich Nietzsche sobre un nuevo dios, según mi opinión, fue parte del Nietzsche que discutía con la filosofía precedente, del Nietzsche del nihilismo. Es un juicio que tiene que ver con lo que sucedía en su tiempo. En cuanto a la pandemia, es cierto que puede representar en algún sentido una oportunidad. La generación de una necesidad de renovación. Efectivamente, sabemos que nos estamos enfrentando a un límite. Hay turbulencia social, porque hay gente que no soporta el aislamiento ni la disciplina. Si se piensa en esto en comparación con otras regiones del mundo, como por ejemplo África, donde faltan vacunas, entre otras cosas, hay una situación con mucho de apocalíptico. Y eso es también de alguna manera verdadero. El tema de cómo plantear alternativas resulta de alguna manera un nuevo desafío de los tiempos actuales. Desgraciadamente, sentimos que aún queda mucho por hacer.

 

—Usted dijo que “con el aumento del control colectivo se pone de manifiesto la necesidad de otro tipo de organización social diferente en términos de ayuda recíproca y amor fraterno”. ¿La idea de “control colectivo” puede vincularse a lo expresado por Giorgio Agamben y Slavoj Žižek?

 

Vattimo —Comprendo que estamos frente a un problema que es particularmente grave. Pero hay cierta forma colectiva de control que es benigna en este momento. Creo que hay que volver a una expresión social utilizada por el papa Francisco, que es “hagan lío”, la búsqueda de un cierto desorden que sea estimulante. En esta situación uno no tiene un proyecto estable de activismo político. Casi no existen maneras de oponerse a ese control. Quizá la manera más concreta es a través de ese hacer lío, allí estaríamos poniéndole algún límite al control colectivo, aunque sea difuso.

 

—¿Qué reflexión le merece el aumento de la desigualdad que se produjo en 2020 y que los megamillonarios del mundo hayan aumentado su fortuna más que ningún otro año el año pasado?

 

Vattimo —Es una demostración del capitalismo extremo. Un sistema que se desarrolló en un orden económico mundial que aumenta la riqueza de unos pocos y aumenta la pobreza de muchas personas. Karl Marx pensó que estas condiciones son las que podrían generar un movimiento revolucionario, una situación previa a la transformación. Pero la experiencia histórica demuestra que eso no fue lo que pasó. Aquí hay un punto para reflexionar sobre las subjetividades colectivas. Pensar por qué el elástico de la desigualdad puede estirarse sin romperse. Y esto es algo para pensar, en lo que hay poco para decir, aunque es difícil de comprender. Se puede remediar con una sociedad con una nueva mirada sobre lo religioso, sobre las religiones. No solo se trata de mirar lo que propone el cristianismo, sino muchas religiones del mundo. Es un punto en el que marcó su posición el Papa, que ha llamado a darle un nuevo lugar desde el cristianismo a lo religioso. No se trata únicamente de la muerte de cierta forma de religiosidad. Es algo muy distinto a abrazar la religión en un sentido clásico. Como dije en alguna otra entrevista: solo Dios nos puede salvar, llegado este punto.

 

“Karl Marx pensó que condiciones como la actual son las que podrían generar un movimiento revolucionario, una situación previa a la transformación. Pero la experiencia histórica demuestra que eso no fue lo que pasó. En este punto, solo Dios puede salvarnos, cierta religiosidad”

 

—Usted dijo el año pasado que “lo único que me interesaría ahora sería escribir un libro sobre el cristianismo posmetafísico, pero es más complicado de lo que pensaba”. ¿Cómo sería ese cristianismo posmetafísico?

 

Vattimo —Por ejemplo, lo posmetafísico alude a que no sea un cristianismo basado sobre estructuras necesarias. Por ejemplo, cuando se habla de moral, normalmente el cristianismo alude a una moral natural. De esta manera, el ser humano no podría elegir ser homosexual. Porque efectivamente existen muchos mandatos y todo un discurso alrededor. Pero existe la posibilidad de enfrentarse a la propia muerte porque se sufre demasiado. Y esto va más allá de cualquier ley natural. Hay una mirada sobre la vida a la que puede arribarse en un cierto punto, sin pensar, por decirlo de alguna manera, en lo que sucederá en un futuro próximo. El cristianismo posmetafísico se puede definir como una religión, un cristianismo que se funda sobre la palabra, que es respetuoso de lo dicho en el Nuevo Testamento y no impone un límite vinculado a estructuras metafísicas. Y aquí cae un obstáculo del cristianismo. Romper con cuestiones como que, por ejemplo, los homosexuales no puedan comulgar. ¿Por qué no pueden hacerlo? Por una suerte de mandato natural. Porque hay una prescripción sobre diversas cuestiones. El discurso del cristianismo posmetafísico rompe el aspecto dogmático y se establece sobre el principio de la caridad con relación a la verdad. No se trata de estructuras fijas. Se trata de pensar que existe la caridad, que es lo que cuenta como la base de una moral. La caridad es lo que cuenta en el vínculo con los otros. Más que una moral absoluta, es del amor por el prójimo, el respeto por el que está próximo. Estos son momentos en los que se produce un incidente particular. Y aquí crece la figura de Francisco. Porque en mi opinión, el Papa fundamentalmente piensa así. Creo que hay alguna semejanza con su pensamiento.

 

“Ante el control colectivo actual, hay que volver al ‘hagan lío’ que pidió el papa Francisco”

 

—Usted dijo: “Morir me sabe mal por el gato (que vemos que lo acompaña aun en el momento de hacer este reportaje), y por algún amigo. Pero no tengo una gran imagen de la muerte”. ¿Sigue vigente aquella idea de que filosofar es “prepararse para la muerte”?

 

Vattimo —Es una idea que abreva en la antigüedad más antigua de la filosofía. Creo que prepararse para la muerte, por ejemplo en el caso de Martín Heidegger, pensar en la muerte, significa asumir la propia historicidad tal como es. Pensar anticipadamente la propia muerte no significa una invitación a suicidarse, para nada. De lo que se trata es de observar la propia vida en relación con la historicidad. La apertura para comprender el hoy, de acuerdo con la idea de que hay que vivirlo pensando en la finitud. Vivir cada día en función de esta comprensión y comprender cada momento en el sentido de una continuidad. Establecer una comprensión de aquello para, a su vez, relacionarlo con el resto de las ideas.

 

— Martín Heidegger también habló mucho sobre la muerte. Usted dijo que “hablaba de ello pensando en no morir… Todo su discurso se resume en la idea de que debemos asumir responsablemente nuestro lugar en la historia”. ¿Cuál sería la principal responsabilidad de un pensador en el siglo XXI?

 

Vattimo —La gran responsabilidad del siglo XXI es comprender precisamente qué significa pensar en este momento, en este siglo. Nos impone una defensa de la idea de un humanismo, defender la relación humana directa, percibir la emoción con relación al prójimo. No se trata de participar de una escuela, sino de una defensa del humanismo, de una cultura. En mi opinión, esta es una de las responsabilidades que tenemos. No perder de vista. Tener una mirada no solo en torno a la muerte. Comprender la vida como valor, como proximidad. La responsabilidad es con lo humano.

 

—Heidegger se pregunta en la introducción del mencionado libro sobre Nietzsche lo siguiente: “¿Pero entonces Nietzsche no es tan moderno como parece por el ruido que lo rodea? ¿Entonces Nietzsche no es tan revolucionario como él mismo hace ademán de serlo?”. ¿Cómo contesta a esa pregunta?

 

Vattimo —El mismo Friedrich Nietzsche hablaba de la destrucción de todos los valores. Seguramente no pensaba en algunas de todas estas cuestiones. De todos modos, había una reflexión sobre aquello que se había heredado, sobre el pensamiento anterior. Desde ese punto de vista, seguramente tenía una relación con el pasado. Y desde esa relación, el pasado podía repensarse desde esa mirada. Quizá no fuera tan revolucionario, sí. Pero planteó una manera de comprender novedosa.

 

— En una entrevista para “La Vanguardia”, usted dijo que ponderaba un comunismo débil, no dogmático. “Sin esencias ni absolutos que realizar a toda costa. Se trata solo de un ideal de sociedad equitativa, una sociedad que debilite progresivamente la violencia como dialéctica”. Y mencionó como ejemplos “el Brasil de Lula, la Bolivia de Morales o la Argentina de Kirchner”. ¿Qué le enseñó el populismo latinoamericano a la izquierda del resto del mundo, y en especial a la europea?

 

Vattimo —Para mí, la salvación de la izquierda viene del sur. Se trata de un modelo de conquistas sociales que pueden ser imitadas. Incluso, es algo que puede suceder también en la posmodernidad aquello que enseñan los pueblos latinos. Se dice que el socialismo latinoamericano no funcionó, ¿pero funcionan los Estados Unidos? ¿Cuánta responsabilidad tiene lo externo en lo fallido de los socialismos latinoamericanos? De alguna manera, me considero menos comunista en el sentido soviético. Pero sí hablo de un progreso económico y científico en un contexto controlado y dentro de la democracia. El comunismo soviético fue muy dogmático. Fue creado por Vladimir Lenin, pero sobre todo por Josif Stalin, pensado en un contexto bélico. Fue un comunismo de guerra, era un comunismo de violencia. El comunismo hermenéutico es un comunismo que abandona el dogma hegeliano sobre la necesidad. Lo que busca es una sociedad que podría encuadrarse dentro de lo que llamaríamos un comunismo cristiano, más allá de mi origen. El comunismo latinoamericano estuvo condicionado por muchísimos factores. Hugo Chávez contó con el petróleo, mientras que otros países no lo tuvieron. Hubo condiciones internacionales que llevaron a esta situación económica difícil y complicada, especialmente en Venezuela y quizá también en Argentina. Una situación diferente era la de Argentina en el momento en que era un poderoso exportador de carne, especialmente en los momentos posteriores a la guerra. Pero tanto uno como otros sufrieron condicionamientos internacionales que presionaron sobre el socialismo latinoamericano como para pensar que falló en su desarrollo histórico.

 

—Se habla mucho del fracaso del socialismo real, de la ex Unión Soviética y la China de Mao Zedong. Usted dijo acerca del comunismo hermenéutico: “Creo que a futuro es el único programa político posible, porque el desarrollo tecnológico y científico no está dirigido por la voluntad popular y democrática”. ¿La irrupción del significante “comunismo” en el pensamiento de los últimos años puede ser una manera de buscar nuevas respuestas?

 

Vattimo —Es lo que espero. Pero si observa el mundo actual, durante la pandemia, la globalización, la interdependencia. Todo esto puede sobrevivir. Pero a través de una manera de comprensión comunista, de una existencia vital comunista. Si no es el modelo de libre mercado o el modelo de crecimiento indefinido el que nos va a salvar, es un modelo de tipo socialista en el que se limitan las pretensiones de algunos en favor del conjunto, de todos. Cómo sucederá, no puedo afirmarlo. Pero tengo esperanzas de que realmente suceda.

 

“La gran responsabilidad de los pensadores del siglo XXI es repensar qué significa lo humano”

 

—En el libro “De Heidegger a Marx” escribió que “Carl Schmitt entendió ‘el liberalismo como un sistema metafísico consistente y omnicomprensivo’, y Heidegger lo vio como otro producto, junto con el fascismo, el capitalismo y el comunismo, de la metafísica subjetivista”. ¿Hay una ontología liberal y otra comunista?

 

Vattimo —La ontología liberal es aquella que se funda a partir de Adam Smith. Se funda en una búsqueda de un equilibrio. Esto funcionó históricamente, sobre la base de que algunos descendían. La ontología liberal es la del libre mercado y la competencia. Yo no creo en eso. Mi idea es que una cierta forma de comunismo es una opción.

 

—¿Hay un corrimiento mundial hacia el centro? La socialdemocracia se transforma en tercera vía, el liberalismo en neoliberalismo y el comunismo, en comunismo hermenéutico. ¿La idea de revolución se hace más débil y austera?

 

Vattimo —Habría que pensar si esto ocurre automáticamente o deviene de una decisión. El comunismo hermenéutico no es el fruto de una secularización de un sistema político. Lo mismo se puede pensar con relación a cómo el liberalismo deviene más liberal. Hay cuestiones que ya no explican cómo se maneja la historia, como la lucha de clases, por ejemplo. La situación actual del mundo puede caracterizarse como un aumento del dominio del hombre sobre el hombre, que puede ser contrarrestado por una cierta forma de comunismo, como forma de resistencia popular a ese tipo de dominio. Tengo una cierta esperanza en que existe una cierta forma de resistencia de las clases trabajadoras.

 

“No parece posible una revolución a nivel mundial. Nos dirigimos cada vez hacia una sociedad hiperorganizada”

 

—Usted escribió que “La promesa comunista de una sociedad ‘sin clases’ ha de interpretarse como ‘sin dominio’, es decir, una vez más, sin la imposición de una verdad única y una ortodoxia obligatoria”. ¿Ese comunismo hermenéutico deseable en la realidad no tiene un cierto parecido con la política de los países nórdicos?

 

Vattimo —No conozco demasiado sobre lo que sucede en los países nórdicos. Tanto en España como en Italia, en los países del sur, existe una cierta mitología acerca de cómo se vive en los países nórdicos, como si fueran un ejemplo. No estoy seguro de que sea del todo así. Me parece mucho, en algún sentido. Cada país tiene su particularidad. Por ejemplo, en la cuestión de las vacunas. Aún no me vacuné; estoy esperando mi turno. Y es un tema en el que, al analizarlo, aparecen los niveles de igualdad y desigualdad que pueden encontrarse en el mundo.

 

—¿Qué reflexión le merece que países como Canadá compraron vacunas en una cantidad que es cinco veces su población y muchos países africanos tienen muy pocas dosis? Lo mismo sucede con usted, que aún no fue vacunado porque no alcanzan las dosis para todos en Europa.

 

Vattimo —Es el mercado. Por ejemplo, ¿por qué las licencias de las vacunas no fueron liberadas? Siguen en manos de las empresas farmacéuticas. Se podrían haber liberado, pero las farmacéuticas hicieron lo posible para que no fuera así. Procedieron igual en todos los países: en India, en África. En muchas naciones.

 

“Sabemos que nos estamos enfrentando a un límite. Hay turbulencia social, porque hay gente que no soporta el aislamiento ni la disciplina”

 

—Usted escribió que “Paul Krugman criticó la creencia de los economistas en una verdad absoluta, es responsable de la crisis actual del capitalismo, es decir, la creencia de los economistas en un ámbito en el que ‘todo el mundo es racional y los mercados trabajan perfectamente’”. ¿Es una ingenuidad del capitalismo creer que la economía es una ciencia exacta?

 

Vattimo —No es una ciencia exacta. Busca establecer un orden de argumentación para explicar el mundo. Por supuesto que los economistas pueden hacer mucho. Sobre todo para comprender las contradicciones que produce el capitalismo, como para racionalizar la explicación del sistema. Pero no creo de ninguna manera que la economía sea una ciencia exacta. Se necesita una fundamentación histórica, aun cuando se esté de un lado o de otro.

 

“Se dice que el socialismo latinoamericano no funcionó, pero hubo mucha presión externa”

 

—En “Alrededores del ser”, escribió: “Debemos recordar aquí un verso de Hölderlin que Heidegger a menudo cita: ‘Donde crece el peligro, crece también la salvación’. ¿La posición de Heidegger ante la cuestión de la ética y el nihilismo explica sus posturas políticas e ideológicas? ¿Es posible pensar en la salvación en tiempos de coronavirus?

 

Vattimo —El verso de Friedrich Hölderlin citado por Heidegger expresa que hay una esperanza cuando irrumpe una nueva dialéctica. Quizás allí esté la clave de nuestra esperanza.

 

—En el texto del mismo libro que se refiere a la hermenéutica de la indignación, usted escribe: “La idea misma de la revolución en un país ‘occidental’, es decir, en uno de nuestros países industrializados –precisamente aquellos que conocen la actual crisis económica– se ha vuelto impensable: imagínense a los franceses del siglo XVIII que ¡mataron a su rey! si lo hicieran hoy: la OTAN, la Unión Europea, la ONU, el Fondo Monetario Internacional se precipitarían a restaurar el orden (o, como en Libia, a proteger con las bombas a los ciudadanos contra la violencia)”. ¿Qué diferencia al capitalismo del siglo XXI del París del “18 Brumario de Luis Bonaparte”, el célebre texto de Karl Marx?

 

Vattimo —Efectivamente, hoy una revolución a nivel mundial no parece posible. Puede haber revoluciones parciales en algunos lugares, como los procesos que describíamos en ciertas regiones de Latinoamérica. Pero en cuanto aumenta más la integración internacional y se consolida cierta forma del poder, es menos imaginable una revolución internacional. Por eso, encuentro que existe una esperanza en aquel “hacer lío”. No es crear un desorden absoluto de manera tal que sea imposible vivir, pero sí mantener una situación efervescente, una situación de manifestar el descontento general, de continua expresión de los sectores populares. Me parece que no es imposible. Hay un elemento interesante en la diversidad de las organizaciones de base. Hoy, en plena situación de la pandemia, son las pequeñas revueltas las que pueden funcionar como una forma de protesta válida. Tengo una esperanza en este sentido.

 

“Hay que volver a una religión basada en la caridad y el amor al prójimo y no en mandatos morales preestablecidos”

 

—En “Alrededores del ser”, uno de los artículos recoge la idea de Martha Nussbaum sobre el vínculo entre amor y justicia. Nussbaum es deudora de las ideas liberales de John Rawls sobre el tema. ¿El liberalismo de Rawls pierde de vista los aspectos “demasiado humanos” en su racionalismo extremo?

 

Vattimo —Me parece que Nussbaum tiene razón en aquello de que una sociedad justa no puede sostenerse en el sentimiento. Si no, nadie tendrá la sensación de vivir en una sociedad justa. El amor no puede ser objeto de las leyes. Se necesita de una serie de estructuras acompañantes, que harán posibles las relaciones humanas directas, personales.

 

—A la luz de las enseñanzas de Friedrich Nietzsche y Martin Heidegger, ¿qué diferencia hay entre racionalidad e inteligencia?

 

Vattimo —Como dice la misma palabra, la racionalidad está vinculada a la ratio, la medida, la proporción. La inteligencia, en cambio, es una forma de empatía. Luego, cabe decir que es posible razonar con inteligencia. Un hombre inteligente actúa con racionalidad.

 

—Uno de los textos de su libro se llama “¿Qué (diablos) es la Ilustración?” ¿Hay algo diabólico en las políticas liberales? ¿Es diabólica la razón? ¿Se puede creer más en la existencia del diablo que en la de Dios?

 

Vattimo —Alguien dijo que el mundo lo creó el diablo; que la tarea de Dios es la de limitar el daño. Sumado todo eso, en este mundo, el mundo del capitalismo, el mundo de la racionalidad, en su propia mecánica, tiene un poco de diabólico. La inteligencia es en algún sentido la participación de Dios en todo el proceso. Porque, finalmente, es mejor amar que hacer el mal. En definitiva, siempre es mejor ser amado que odiado. Tampoco podría funcionar la sociedad si solo se valiese de la racionalidad pura o del mero cálculo. Se recurre a la justicia como algo excepcional. Pero en realidad no sea ama por justicia, sino por amor. La justicia es lo que en algún sentido engloba, aprieta. Creo que aquí también aquella distinción entre inteligencia y racionalidad aparece en un sentido que es profundo.

 

“El comunismo hermenéutico no es dogmático ni se parece en nada al estalinismo de la Unión Soviética”

 

—Otra expresión suya fue: “Yo digo siempre que, si no fuera cristiano, no sería comunista. Si no fuera homosexual, no sería cristiano”. ¿Cómo vivió las últimas declaraciones de Francisco en relación con la unión civil de las personas homosexuales?

 

Vattimo —Creo que no se le puede pedir demasiado al Papa. Francisco se refirió a la homosexualidad cuando en un viaje se le preguntó si dos personas, uno hombre y otro hombre, una mujer y otra mujer, son amantes, cuál sería su opinión. Y la respuesta fue que Dios era quien podría juzgarlos. No él. No Francisco. No era él. No creo que el Papa esté en condiciones de producir un escándalo en la Iglesia. Se puede ser homosexual, pero lo realmente importante es que dos personas se amen. Cuando el Papa escribió la declaración de Abu Dhabi, dijo que no se necesita que la gente se convierta. No hay que convertirla, sino llevarla al espíritu de la religión. Lo que dijo el Papa hay que comprenderlo dentro de la historia de la Iglesia. Y desde allí, su perspectiva, abrió nuevas alternativas. Propone miradas nuevas, que tienen que ver con los que estuvieron precedentemente y, a partir de allí, entender lo que él propone.

 

—También afirmó que es “determinante para liberar a la Iglesia de dogmatismos, una moral obsoleta y preceptos rígidos sobre la mujer, la familia y el sexo”. Y agregó que “la Iglesia siempre ha sido amiga de los gobiernos”, es reaccionaria por naturaleza y responde a los poderes fácticos, “a pesar de que Francisco parece determinado a no respetarlos”. Se dice que el Papa es progresista en lo social y conservador en lo moral, ¿se pueden conciliar ambos niveles?

 

Vattimo —No sé si realmente es tan conservador en lo social. No estoy seguro. Es cierto que hay un mensaje sobre no destruir la familia. En cuanto a las personas homosexuales, el mensaje tiene de buscar vínculos más responsables. Luego, creo que muchos dogmatismos se van muriendo. El cristianismo tiene una historia detrás. Y lo que estamos percibiendo es una secularización de la fe. Y por ejemplo, que la idea de la caridad, del amor al prójimo, es un concepto que va creciendo. El Papa ya no habla tanto del infierno. Y hay cuestiones que tienen que ver con los cambios, especialmente con la idea de sexualidad y de familia. La familia es una idea importante. También las personas homosexuales la desean. También es esencial que comprendamos que es un proceso que aún se está dando, que está sucediendo.

 

“No fui vacunado aún; estoy esperando que llegue mi turno”

 

—Usted escribió: “El reproche más frecuente que se le dirige al papa Francisco desde la derecha y los conservadores, incluso dentro de la Iglesia, es que es comunista. Hay que tomárselo en serio, los conservadores son, por lo general, muy realistas, perciben con exactitud todo aquello que pone en peligro su poder”. Y agregó: “Si hoy pensamos en la posibilidad de una Internacional Comunista, la única dirección en la que podemos mirar es hacia la Iglesia Católica del papa Francisco”. ¿Quiénes serían los afiliados y adherentes de esa Internacional Comunista? ¿Quiénes serían los cuadros y sus adherentes?

 

Vattimo —No lo sé. La prédica de Francisco claramente es de este género. El Papa seguramente es un comunista de otra manera, de ninguna manera es un estalinista. Pero sin dudas la ética cristiana tiene mucho de esto. La idea de comunidad nos hace pensar en un carácter comunista. También su idea sobre el rol del trabajo en lo humano plantea una perspectiva sobre lo que es el capitalismo.

 

—¿Cuál es su mirada sobre la evolución del Partido Comunista Chino? ¿Hay algún punto en común entre la política de Xi Jinping y sus ideas? ¿Y entre Xi Jinping y Karl Marx? ¿El capitalismo chino está en las antípodas del comunismo hermenéutico?

 

Vattimo —Hay elementos regionales en el comunismo chino que están directamente entroncados con las tradiciones locales. Es real que el comunismo chino no me gusta, porque es realmente autoritario. Así como el socialismo latinoamericano tiene una inserción en una historia, unas tradiciones, el comunismo chino se explica por su pasado. De todos modos, hay algunos aspectos que no conozco en profundidad sobre el comunismo de aquel país. Y además, hay cosas que no sabemos sobre algunos elementos de su funcionamiento interior. Está claro que también hay una posición de confrontar contra el autoritarismo que acompaño.

 

—¿Qué pensó ante las recientes declaraciones del economista francés Guy Sorman sobre los sucesos que involucran a Michel Foucault en Túnez en la Pascua de 1969? Sorman comparó el comportamiento del filósofo con las acciones de artistas como el pintor Paul Gauguin en la Polinesia. Foucault, como otros intelectuales franceses, apoyó plenamente el sexo libre entre niños y adultos en una declaración pública en los años 70.

 

Vattimo —No tengo opinión formada. Lo ignoro completamente. Usted es la primera persona que me habla sobre aquello, sobre lo que hizo Michel Foucault en Túnez. Es un tema sobre el que realmente no sé nada.

 

jueves, 12 de enero de 2023

"Ya no existen los valores tradicionales", dice Jérôme Bindé

“Las sociedades contemporáneas sufren una crisis de valores. Los que ayer se consideraban importantes fueron desplazados por los frívolos. Esta crisis ya no es sólo la de los marcos morales tradicionales, heredados de las grandes confesiones religiosas, sino también la de los valores laicos que los sucedieron.”

 

Tal es la conclusión a la que llega Jérôme Bindé, catedrático en Letras y director de la Oficina de Prospectiva de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), en el libro que dirigió: ¿Hacia dónde se dirigen los valores? (Fondo de Cultura Económica).

PARÍS. Entrevista publicada el 14 de marzo de 2007 en lanacion.com.ar

 

“El crepúsculo de los valores dejó una sociedad inmadura. Las tres edades de la vida están confundidas y se crean y recrean en el presente. Las nuevas tecnologías, la aceleración del saber y el conocimiento dieron lugar a este fenómeno”, sostiene Bindé.

 

“Ya no existe un patrón fijo de valores, de medida estable y absoluta. Todos los valores fluctúan en un amplio mercado. Sus cuotas suben y bajan según los entusiasmos, los pánicos y las más subjetivas apuestas", explica Bindé. Agrega: "Por ejemplo, la moda, que hasta ahora sólo se refería a ámbitos dominados por lo arbitrario y la conveniencia, como es el vestir, invade toda nuestra concepción de valores". El nihilismo y la pérdida de sentido provocan sufrimiento, ya que existe la percepción general de que el mundo atraviesa una crisis. De ella saldremos, según Bindé, no sin valores, pero sí con una escala de ellos diferente de la que hemos conocido.

 

Bindé agrega que no se puede vivir en la tiranía de la instantaneidad. Dice que para paliar esta falta de sentido la solución que propone la Unesco es la educación permanente, un tema medular del reciente informe mundial Hacia las sociedades del conocimiento , coordinado por el propio Bindé (se la puede consultar por Internet en www.unesco.org ).

 

LN-¿Hacia dónde se dirigen los valores?

B-Es una pregunta crucial de la época contemporánea. Muchos ciudadanos se preguntan si las instituciones en las que tradicionalmente tuvieron confianza son hoy dignas de confianza. Algunos se preguntan, por ejemplo, cuando les dicen que les convendría someterse a una intervención quirúrgica, si es realmente por una cuestión de salud o por razones económicas o materiales, para aumentar los beneficios de los servicios médicos. ¿Podemos confiar en la escuela si la inseguridad y la incivilidad reinan y si se instala en ese ámbito la falta de ética? ¿Podemos confiar en las instituciones políticas en una época violenta, signada por los atentados? La pérdida de sentido sólo constituye una respuesta triste y parcial. Sería mejor hablar de deslices de sentido y de creación de sentidos nuevos.

 

LN-Se refirió a la frivolización de los valores. ¿Cómo es eso?

B-Una evolución nihilista de la humanidad desembocó en la frivolidad de los valores. Es, un poco, el mundo de la oferta y la demanda. Los valores suben y bajan. Esto se ve reforzado por el papel de los medios de comunicación, ya que la lógica bursátil, al igual que la moda y las tendencias de corta duración, implica tener en cuenta indicadores momentáneos.

 

LN-¿Cómo llegamos a esta crisis?

B-Si hay algo que nos enseñó el siglo XX es que la crisis de los valores tiene dos caras: por un lado, una totalmente trágica, que llevó al exterminio de millones de personas en la Segunda Guerra Mundial, y por el otro, una dimensión del crepúsculo de los valores con una cierta levedad del ser que va de la mano de la falta de madurez de la sociedad. Eso da lugar a las nuevas éticas: el juego, la disponibilidad, lo lúdico, el rechazo de la seriedad ya se ven en Nietszche y en Gide. Son éticas particulares de artistas, éticas sin obligaciones ni amenazas de sanciones. Asistimos a la "juvenilización" de la sociedad, una sociedad cada vez más inmadura, en la que el ser humano parece no llegar a la edad adulta y permanece en la juventud.

 

LN-¿Por qué se da este fenómeno?

B-Por diversas razones. Por ejemplo, porque la esperanza de vida es cada vez mayor. Por un lado, tenemos, como lo afirma Michel Serres, cuerpos más sanos, más fuertes, que hacen que la juventud sea mucho más larga y que, por lo tanto, las diferentes edades de la vida se confundan. Tenemos una adolescencia muy prolongada . Vemos esta edad indefinida, en la que todos tienen, más o menos, los mismos deseos. Antes el ser humano tenía una infancia, una juventud y una vejez. Hoy la división entre estas tres edades es cada vez más borrosa. Antes se pasaba de la edad en que se aprendía a la edad en que se trabajaba y se ejercían responsabilidades. Luego se entraba en la vejez y, en cierta forma, en la sabiduría. Todo esto está hoy confundido. Esto coincide con otra evolución, que es la educación o el aprendizaje permanentes, durante toda la vida. Esto quiere decir que el ser humano es siempre un alumno, un estudiante casi a perpetuidad. Esto significa una transformación profunda de la relación entre el maestro y el discípulo, entre el que tiene el conocimiento y el que lo recibe.

 

LN-¿Ya no existe esa relación?

B-Está desordenada. Los adultos que tienen el conocimiento se tienen que enfrentar, a veces, con jóvenes que también lo tienen. Tenemos los conocimientos nuevos, los que están en la Red, típicos de los jóvenes. Vemos, entonces, en el sistema educativo, y también en el profesional, que el saber de la experiencia está desestabilizado, jaqueado por el saber de la Red. Hay una relación y un cambio en la sociedad.

 

LN-Cuando afirma que ya no estamos más en una situación de maestro y discípulo, plantea también el problema de la autoridad representada en esta relación. ¿Quién ejerce esta autoridad faltante?

B-En efecto: desaparece aquella autoridad en la forma en que la conocimos. La consecuencia es que nacen caricaturas de autoridad, que se crean por la falta de esa carencia de autoridades clásicas. Hay fenómenos excéntricos, con líderes carismáticos que intentan colmar ese vacío de autoridad. También los sistemas de seguridad externos vienen a colmarlo, creando un universo de hipervigilancia, con cámaras de seguridad y una sociedad observada, la sociedad de la vigilancia. Pero hay otro síntoma, y es la transformación de las instituciones que simbolizaban la autoridad, como la familia.

 

LN-La familia, justamente la que aseguraba la transmisión de los valores...

B-La familia figura siempre en el primer lugar. Se podría decir que nada cambió. Pero no es así: no son los mismos valores familiares. En treinta años cambiaron enormemente. Pasamos de lo que ayer se conocía como la familia ley, por la ley patriarcal, a la familia contrato, y, finalmente, a la familia de tipo asociación, que es una familia en la que todo se negocia como en una ONG y en la que no hay más una única autoridad. La institución símbolo del orden social cambió, ya no es más lo que era antes. Pero, de todas maneras, hay elementos que hacen contrapeso a esa carencia. Por ejemplo en el universo familiar, como consecuencia del aumento de la esperanza de vida y de que los padres están más ocupados, porque ambos trabajan, son los abuelos los que transmiten ciertos valores. No todos los elementos de transmisión desaparecieron.

 

LN-¿Qué entiende por ética del futuro?

B-Una manera de que las decisiones del presente tengan una visión del futuro. Se tienen que tomar decisiones hoy para el futuro. La prospectiva es el arte de anticipar en un mundo incierto. Tenemos hoy tendencias que no serán buenas en un futuro. Se deberán tomar decisiones, y noto que hay cierta preocupación entre los dirigentes por ello. Durante mucho tiempo no hubo conciencia de esos problemas, pero hay evoluciones netas que se producen. Si serán suficientes o rápidas es otra pregunta. Esta ética del futuro subraya la necesidad de incorporar una nueva noción de la democracia que no sea sólo instantaneísta, sino también prospectiva.

 

LN-¿Es hacerse responsable de nuestras acciones de hoy?

B-En pocas décadas se produjo este cambio extraordinario de la noción de la responsabilidad. Cuando era niño la responsabilidad era que nos hiciéramos cargo de nuestros actos: la responsabilidad se ejercía sobre lo pasado. En las últimas décadas la noción de responsabilidad tuvo una inversión temporal y hoy concierne cada vez más al futuro. Somos responsables del futuro porque somos responsables del presente.